Amor pasado: Chance Eau Fraiche

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Hubo un tiempo, algo lejano ya, en el que quedé prendada de un perfume comercial al uso: Chance Eau Fraiche de Chanel.

Supongo que os sonará más que muchos de los que habló por aquí, ¿no?

Parece que ha pasado más tiempo, ya que mi evolución perfumística ha sido de vértigo estos dos últimos años pero Chance Eau Fraiche salió al mercado en la temporada primavera-verano del 2007.

El edp (eau de parfum) de Chance ya lo tenía probado, y aunque me gustaba y más tarde lo tuve, le encontraba un punto que no llegaba a encajar conmigo. Pero me acuerdo todavía el primer día que vi la publicidad del Eau Fraiche en la contraportada de Glamour, la foto me encantó, y no sé por qué tuve la corazonada de que aquél perfume me iba a gustar mucho.

Era junio y yo andaba estudiando para mis exámenes, pero cualquier excusa era válida para ir a pasar un rato al centro de la ciudad lejos de las universidades y de las bibliotecas. No recuerdo muy bien para qué pero una tarde acompañé a una amiga a hacer algún recado. En seguida me acordé de que tenía que probar el nuevo perfume de Chanel y la llevé a rastras a la perfumería.

En cuanto puse el papel secante delante de la nariz, los ojos me hicieron chiribitas, y me dio otro de mis (por suerte) escasos flechazos perfumisticos, y dije “¡Me encanta! ¡Para mí!” y mi amiga me miró como si estuviera medio loca y me soltó “¿¿¿Otro??? ¿¿¿¿Pero cuantos perfumes tienes ya????” Y hombre, unos cuantos ya tenía pero éste en particular no. Éste, estaba destinado a convertirse en mi olor de aquel verano del 2007, no estaba aún en mi tocador y yo lo necesitaba. Pero todavía tenía que pasar una prueba de fuego para alzarse con la posición privilegiada en mi particular altar: la duración del perfume.

Para mí, la fijación que tiene un perfume en mi piel creo que es lo más importante de todo, casi más que el aroma, porque para que me sirve que me guste su olor si apenas me dura, y menos si tengo que gastarme un dineral. Por lo que me lo pulvericé en la piel y me fui tan contenta a casa. A la noche todavía olía con lo que la decisión ya estaba tomada.

Al día siguiente, antes de ir a la biblioteca, fui a la perfumería a comprar mi nuevo tesoro y bien perfumadita con el ánimo renovado, regrese a la tortura de los estudios. Es lo que tienen ciertas adicciones, que por lo menos te consuelas de que no son dañinas para tu salud.

Pero hablar de Chance Eau Fraiche me hace sentir de que estoy hablando de otros tiempos, de otra época y de otro yo. Tuvimos una relación muy feliz pero lo nuestro acabó por suerte en una buena amistad.

¡Besos!